Los animales como mercancías

La base de la esclavitud es considerar a un individuo como propiedad de otro. Bajo un sistema de esclavitud, los propietarios de esclavos pueden comprar, vender y usar a aquellos individuos que son considerados su «propiedad». Se convierten en sus dueños.

En la época de la esclavitud, el uso de esclavos estaba regulado por lo que se llamaba «Slave Codes». Los Slave Codes eran unas leyes que hablaban sobre los derechos y obligaciones que tenían los propietarios para con sus esclavos, lo que vendría siendo las «leyes anti-crueldad».

Estas leyes, por ejemplo, definían de qué formas se podía castigar a un esclavo y de qué formas no, el número máximo de esclavos que podían estar en un mismo lugar, prohibían el matrimonio entre personas esclavizadas, etc. También prohibían lo que se consideraba un «trato cruel». Si se demostraba que un propietario había provocado un «sufrimiento innecesario» (es decir, un sufrimiento que no produjese ningún beneficio al propietario más que el placer por inflingir dolor), entonces el propietario perdía al esclavo, que sería reubicado con un «mejor dueño».

Aún y siendo promovidas como «leyes de bienestar de esclavos», no funcionaban para protegerlos ya que incluso en casos en los que los esclavistas los llegasen a matar de una paliza, se libraban de consecuencias legales diciendo que fue un accidente, que sólo pretendían castigarlos.

Normalmente, estas leyes lo que hacían era simplemente asegurar que los esclavos no fuesen «desperdiciados»; que su capacidad para ser explotados no se viera afectada. Un esclavo lesionado o gravemente herido por su dueño era visto como una pérdida de dinero y un mal uso del esclavo por parte del propietario, que no iba a poder explotarlo bajo esas condiciones.

Hoy en día, los seres humanos podemos comprar, vender y usar a animales y son considerados de nuestra propiedad. Nos hemos autoproclamado dueños de los animales. A nivel legal, su estatus es exactamente el mismo que tenían las personas esclavizadas: bienes inmuebles. Propiedades/Mercancías.

Las leyes que regulan las obligaciones y derechos que tenemos para con ellos, son las llamadas «leyes de bienestar animal» o «leyes anti-crueldad».

Estas leyes castigan simplemente el denominado «sufrimiento innecesario», es decir, el provocar a los animales un sufrimiento que no es necesario para el uso en concreto que se quiere del animal (comida, vestimenta, transporte, etc). Obviamente, prácticamente la totalidad de animales a los que matamos y usamos para alimentación, vestimenta, transporte, experimentación, etc, sufren horriblemente bajo nuestras manos… pero eso no se considera «sufrimiento innecesario». El sufrimiento que se considera «innecesario» es el de «hacer sufrir por hacer sufrir»; el que no está justificado por un beneficio económico o social.

En la época de la esclavitud humana, habían dos grandes grupos: los abolicionistas y los defensores de la esclavitud.

Quienes defendían la esclavitud, insistían en que el problema no era la esclavitud en sí misma, sino el trato que se daba a los esclavos. Decían que debían mejorarse las condiciones de los esclavos y que debían crearse leyes que asegurasen que los esclavos no recibieran un «trato cruel». Defendían la «esclavitud humanitaria».

En cambio, los abolicionistas no apoyaban las leyes que regulaban la esclavitud. No querían regular el trato de los esclavos ni conseguir una «esclavitud humanitaria»––querían abolir completamente la esclavitud.

Lo mismo ocurre con los animales. Quienes defienden el «trato humanitario de animales», promueven leyes que pretenden mejorar su matanza y explotación. Estas leyes no pretenden eliminar el uso de los animales, sino simplemente mejorar el trato que se les da mientras son usados.

Por ello, quienes somos abolicionistas no las promovemos. No queremos regular el uso de animales, no promovemos leyes que regulen «de qué manera hay que cortarle el cuello a un animal» ni «de qué forma está bien usarlos como mercancías/recursos». No pedimos «que se los trate mejor».

Pedimos que se respete su derecho a vivir sus vidas en paz, sin ser considerados propiedad del ser humano.

Eso es el veganismo: la defensa del derecho de los animales a no ser considerados «propiedad» ni «mercancías» del ser humano. La defensa de la abolición de la explotación animal.

El veganismo es lo mínimo que debemos hacer para respetar a los animales.

Defender los derechos de los animales sin ser vegano es como defender los derechos humanos apoyando la esclavitud.