Entre los grupos neobienestaristas existe la idea de que la población “no está preparada” para entender que “los animales no nos pertenecen”. A pesar de que ellos y miles de personas sí lo han entendido, asumen que las demás no tienen esta capacidad, por estar reservada para una pequeña “élite”.
Como consecuencia, utilizan “estrategias” de persuasión con el objetivo de manipular a la población para que acceda a pequeños cambios conductuales, con la creencia de que estos pequeños cambios les acercarán en un futuro al veganismo.
Así pues, la palabra “eficaz” es ampliamente utilizada por las ONGs animalistas, en un intento de promover la idea a la población y a sus “socios” de que sus campañas/estrategias están “basadas en la evidencia”, “avaladas por estudios científicos”.
Bajo este razonamiento, justifican la no-promoción del veganismo como base moral y, en su lugar, promueven campañas bienestaristas y monotemáticas en las que envían el mensaje a la población de que existen maneras “humanitarias” de explotar a los animales y la idea de que existen ciertos tipos de explotación “menos aceptables” que otros. Ambas ideas sobre las que se sustentan este tipo de campañas son especistas y, por lo tanto, no pueden educar en el veganismo.
Para llevar a cabo estas campañas , piden donaciones de dinero a sus socios justificando que de esta manera podrán continuar “ayudando a los animales”. Este planteamiento es indudablemente efectivo si nuestro objetivo es recaudar dinero, pero es un absoluto fracaso si nuestro objetivo es educar en el veganismo: lo mínimo que podemos hacer por los demás animales es ser veganas/os.

Una de las estrategias que más nombran es la técnica Foot-in-the-door (Pie-en-la-puerta):
“La técnica del pie en la puerta, consiste en hacer una petición pequeña, que la mayoría de la gente aceptará, para posteriormente realizar una petición mayor, la que de verdad se pretendía conseguir.”
Se trata de una estrategia que se utiliza en el mundo del marketing, en la que el vendedor trata de cerrar una venta pequeña para crear en el comprador las condiciones psicológicas para que acceda a una venta mayor.
Esta técnica la descubrieron unos investigadores pidiendo a unos vecinos que pusieran una pegatina pequeña en la puerta de su casa y, al poco tiempo, les pidieron que pusieran una pegatina más grande. La mayoría de vecinos que había accedido a la primera petición, accedieron a la segunda.
Sin embargo, del simple hecho de que una persona acceda a poner una pegatina más grande en su puerta no se puede derivar la idea de que ésta información nos pueda ser útil para promover el veganismo. Existe una diferencia fundamental entre enganchar una pegatina un poco más grande en una puerta y dar el paso al veganismo: en el primer caso no se necesita un cambio estructural en el comportamiento de la persona y en el segundo sí.
El “veganismo” no es un producto en plena campaña de marketing sino un movimiento social de justicia que requiere educación, no técnicas de persuasión marketinianas ni estrategias ocultas.
¿CÓMO APLICAN ESTA TÉCNICA LAS ONG’S?
Por ejemplo, pidiendo a la gente que “reduzca” el consumo de carne, que deje de comer foigras, que deje de comer carne “los lunes”, que den el paso al vegetarianismo, etc. Es decir, con campañas que promueven la regulación del bienestar animal (campañas bienestaristas) o con campañas que piden la abolición de ciertos tipos de uso de los animales (campañas monotemáticas).
La utilización de la técnica “Pie-en-la-puerta” (Foot-in-the-door) por parte de las grandes “ONGS animalistas” falla estrepitosamente en la promoción del veganismo por varios motivos:
1. Promueve el especismo
2. La primera petición es incoherente con la segunda
3. El veganismo no es un producto en plena campaña de marketing
A continuación, profundizaré un poco en cada uno de estos puntos:
1. PROMUEVE EL ESPECISMO
Bajo la justificación de una “supuesta” efectividad no comprobada, promueven la idea de que “se puede ser respetuoso con los animales sin ser vegana/o”, es decir, validan conductas especistas.
Se promueve la idea de que «el veganismo no es una base moral», es decir, que «no es lo mínimo que debemos hacer por los animales», si no sólo una de las muchas opciones existentes para “respetar a los animales”.
Hablan del veganismo como un estilo de vida o una cuestión de conveniencia personal, no como una cuestión de justicia fundamental. Esto tendría tanto sentido como decir que los derechos de la mujer son “un estilo de vida” o que “existen buenas maneras de maltratar a las mujeres”.
2. LA PRIMERA PETICIÓN NO ES COHERENTE CON LA SEGUNDA
Como ya se ha argumentado anteriormente, del simple hecho de que una persona acceda a poner una pegatina más grande en su puerta no se puede derivar la idea de que promover la “reducción” o la “eliminación” de determinados productos de origen animal sea efectivo en la promoción del veganismo. En un caso no se pide a la persona un cambio estructural del comportamiento, en el otro sí.
Por otro lado, aún y si esto fuese cierto, uno de los requisitos para que la técnica del “Pie-en-la-puerta” funcione es que la primera petición debe ser coherente con la segunda, puesto que esta técnica se basa en el compromiso de consistencia de las personas.
Pedirle a una persona que consuma huevos de “gallinas felices” (campaña bienestarista) no es coherente con la idea de que “no se deben consumir productos de origen animal”, sino con la idea de que «podemos utilizar a los animales bajo determinadas circunstancias».
Pedirle a una persona que “no apoye la tauromaquia” (campaña monotemática) no es consistente con la idea de que “no se debe apoyar ningún tipo de explotación animal”, sino con la idea de que «ciertos tipos de explotación animal son más aceptables que otras». La mayoría de personas consideran que existe una diferencia entre matar a un toro en una plaza de toros y matar un toro en un matadero y, en consecuencia, estarían a favor de no ir a ver una corrida de toros pero no dejarían por ello de consumir productos de origen animal, ya que las entienden como conductas cualitativamente diferentes.
Así pues, las ONGs animalistas promueven estas campañas justificándose en una técnica que ni tan siquiera aplican correctamente.
3. EL VEGANISMO NO ES UN “PRODUCTO” EN PLENA CAMPAÑA DE MARKETING
Por supuesto que existen maneras de enviar un mensaje que son mejores que otras, es decir, que son más “eficaces”. Esto no significa que debamos cambiar el mensaje, pero sí significa que llamar “asesina” a una persona o chillarle no son una buena manera de hacerle reflexionar sobre el veganismo.
Es importante entender que el veganismo es un movimiento de justicia: no una campaña de marketing para vender un champú o unas nuevas gafas de moda. Los movimientos sociales no “se adaptan” a la población ni intentan “tranquilizar conciencias” para agradarle, sino todo lo contrario: cuestionan alguna conducta que la sociedad acepta como normal.
Lo que necesitamos es que la población *entienda* que utilizar a los demás animales como recursos no está moralmente justificado y que lo único coherente con el respeto hacia los animales es ser vegana/o. Para hacerlo, debemos *cuestionar* el uso de los animales como recursos y promover el veganismo como base moral.
Por desgracia, el “movimiento animalista” ha confundido el número de Likes y el número de donaciones con la “eficacia”. Ha confundido la “reducción del sufrimiento” con la *justicia fundamental*.
Y, por ello, el “movimiento animalista” es, como dice Gary Francione, el “movimiento de la confusión”: ningún otro movimiento de justicia jamás ha cantado ¡victoria! ante las “jaulas enriquecidas” ni ha promovido jamás la violación “compasiva” de los derechos fundamentales de los sujetos a los que se supone que defiende.
Los animales no necesitan tu dinero: necesitan tu respeto. Y, si “respetar” significa algo, significa que no podemos utilizarlos como simples medios para nuestros fines. Significa que no podemos matarlos ni utilizarlos. Significa que debemos dar el paso al veganismo y promover el veganismo como base moral.
Todo lo demás es especismo.
Cristina Kuypers